sábado, 19 de enero de 2008

AUGUSTO: EJERCITO PERMANENTE





AUGUSTO EJERCITO PERMANENTE



Augusto realizó cambios radicales en el ejército, uno de los más amplios fue crear el primer ejército y marina profesional de Roma, es decir, un ejército permanente que se encargaría de la protección del Imperio. Su gobierno no se caracterizó por campañas prolongadas, sino por pequeñas campañas de ajuste territorial y de manejo político, esto posiblemente se daba ya que Augusto nunca fue un estratega supremo como su padre adoptivo Julio César y constantemente debía relegar el mando militar en generales de confianza.


Ejército



Este estaría compuesto por una infantería pesada de 25 legiones de 5500 hombres cada una, integradas por ciudadanos romanos en su totalidad; más cuerpos auxiliares, cohortes de infantería ligera y alas de caballería compuestas por no romanos, es decir por peregrini. El profesionalismo y la experiencia de estos ejércitos se pudo mantener con largos servicios de voluntarios que una vez comprometidos a servir a Roma firmaban un compromiso de vigencia, cuyo tiempo de duración dependía del arma, 16 años para los pretorianos y 20 para las legiones y cohortes urbanas. El soldado cobraba una soldada anual y un subsidio de jubilación -que podía ser en tierra o dinero- para así asegurar su vejez. El soldado que se encontraba en servicio vivía acuartelado y no podía formar una familia -aunque más adelante podrían hacerlo "extraoficialmente"-. Augusto se aseguró, al menos simbólicamente, la lealtad de estos hombres haciéndoles jurar obediencia solo al Emperador. Fue de vital importancia en su política asegurarse el manejo total del ejército, de hecho se ocupaba de detalles tan mínimos como hasta de escoger personalmente ciertos centuriones. Ya que Augusto no podía personalmente enviar a sus tropas al campo de batalla se aseguró de escoger de entre los senadores de alto rango tres de éstos que le sean de confianza, a quienes utilizaría como sus generales. Estos senadores, que a su vez servirían de legados, los cuales eran los encargados de ordenar en nombre del Emperador, y se ubicaban en las provincias donde las tropas estarían acantonadas. Otra gran reforma que vio el ejército de la mano de Augusto fue su emplazamiento. Para evitar que estas tropas interfirieran en la política interior de Roma, como frecuentemente habían visto ocurrir líderes anteriores, la solución de Augusto fue simple y eficiente, emplazando las legiones en las fronteras conflictivas. Pero Augusto no podía arriesgar su poder a grupos armados, por lo que mantuvo 3 cohortes en la ciudad de Roma y 6 en las proximidades bajo su mando. De estas cohortes nacería la Guardia Pretoriana, encargada de resguardar al Emperador. Para proteger la ciudad del crimen instituyó las cohortes vigili, un equivalente a nuestras fuerzas policiacas actuales.Con respecto a la disciplina de sus hombres fue severo y dio un gran hincapié en el mantenimiento del orden y la subordinación de sus tropas.






Suetonio escribe:




Cambió muchas cosas y muchas otras estableció en la organización militar, poniendo en vigor otras relegadas ya de tiempo al olvido. Mantuvo con severidad la disciplina, y sólo permitió a sus legados que fuesen a ver a sus esposas en los meses de invierno, y aun esto con gran dificultad. A un caballero romano, por haber amputado el dedo pulgar a sus dos hijos para librarlos del servicio militar, hízolo vender en subasta con todos sus bienes; pero viendo que se apresuraban a comprarlo los asentistas públicos, lo hizo adjudicar a un liberto suyo, que tenía orden de llevarlo a los campos y dejarle libre. Licenció ignominiosamente a toda la décima legión, que sólo obedecía murmurando; y a otras que con tono imperioso pedían la licencia se la concedió, aunque sin las recompensas prometidas a sus largos servicios. Si alguna legión retrocedía, la diezmaba, dándole sólo cebada por toda comida. Castigó con la muerte como a simples soldados a centuriones que abandonaron sus puestos. En cuanto a los otros delitos, los castigaba con diferentes penas infamantes, como permanecer en pie todo el día delante de la tienda del general, o bien salir con túnica y sin cinturón, llevando en la mano una medida agraria o un puñado de césped.



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